Haiti e o realismo fantástico
Vamos dar um tempo de Gabo e falar um pouco do seu estilo literário, que é grandioso e tem inúmeros representantes: o realismo mágico ou realismo fantástico.
Fiquei muito interessada em ler "O reino deste mundo" do cubano Alejo Carpentier, precursor deste estilo. O romance teve como inspiração o Haiti nos fins dos anos 40 do século 20. Como este país tão pouco conhecido de nós, brasileiros, está nos jornais todos os dias (infelizmente, por conta do terremoto que o destruiu) e também porque adoro este estilo literário, é uma boa pedida para os próximos meses. O livro custa cerca de R$ 24,90 e tem a tradução de Marcelo Tápia. Está sendo relançado no Brasil.
Segundo matéria publicada na Folha de S. Paulo, foi no Haiti que Carpentier entreou em contato com aquilo que julgava ser patrimônio da América Latina: a realidade maravilhosa. No prólogo de "O reino deste mundo", ele diz que o maravilhoso está nas datas históricas e na própria vida cotidiana dos homens do continente e serve de material para construção de grandes narrativas.
A matéria da Folha cita trechos mais que fantásticos, como o do escravo Mackandal, personagem da história, que mesmo após ter sido morto pelos brancos, não abandona "o reino deste mundo", pois permanece como espírito para os negros, apesar de fisicamente não existir mais para os brancos.
quinta-feira, janeiro 28, 2010
sábado, janeiro 16, 2010
Sobre Cem Anos de Solidão
(artigo da revista Cambio.com)
Las mariposas amarillas
'Cien años de soledad' llega por fin a las tablas en un montaje austero y bellamente logrado llamado 'La casa'.
LA HABÍA LEÍDO a los 20 años, años de enamoramiento y ensoñación. Era un ejemplar de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que cayó en sus manos en el momento indicado y que lo puso a soñar en querer ser Pietro Crespi, uno de sus personajes. David Gurji viene de Georgia, uno de los países que conformaban la antigua Unión Soviética. "Sólo al conocer personalmente a los García, a esa inmensa familia, supe que nada de lo que había escrito era inventado. Pude ver con mis propios ojos a las Amarantas, Úrsulas, Aurelianos, Remedios y José Arcadios, todos ellos eran su propio mundo", dice fascinado en un inglés que estira las sílabas y satisfecho de haber podido cumplir su sueño de algún día llevar esa obra a las tablas.
Luego de una carrera de cuatro años en la actuación y cinco como director bajo la tutoría de Mijael Tumanishvili, y entrenado en el teatro clásico de Chejov y las técnicas psicológicas de Stanislavski, Gurji emprendió su camino hacia Londres para introducirse en el campo del teatro ritualista de Grotowski y Artaud. Allí fundó su propio teatro de experimentación, al que llegó de pronto un joven actor que le recomendaron por talentoso. Era Esteban García, sobrino de García Márquez. Solo mucho tiempo después Esteban se enteraría de la fascinación de Gurji por el nobel colombiano.
El reto fue enorme: reconstruir la historia de las mariposas amarillas, el universo ensoñado de José Arcadio Buendía alimentado por los inventos del mago Melquiades, las supersticiones de Pilar Ternera, la memoria familiar de Úrsula y la seducción permanente de Crespi.
Naturalmente, la obra arranca por el comienzo: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo"... Esta sentencia se repite una y otra vez. El coronel (Esteban García), con su camisa teñida tenuemente de sangre, empieza a recordarlo todo y entonces aparece la regresión de la historia familiar. Los inventos, el absurdo, la poesía, la muerte, el amor, la capacidad de soñar de un José Arcadio (Blas Jaramillo) que habla lento y a todos conduce por su particular modo de ver la vida. Una tras otra surgen escenas clave de la obra, como la conversación de mujeres de Úrsula (Laura García) y Pilar (Carmenza Duque), que hablan de la masculinidad enorme de José Arcadio chiquito (José Luis García), la enfermedad del olvido, graciosamente reconstruida por los actores que llenan el espacio con el caos por el que están viviendo, el enamoramiento de Aureliano de la joven Remedios...
Todo está dado para que la fantasía se tome el escenario, porque la historia de ese famoso pueblo llamado Macondo cobre vida gracias a las interpretaciones de un grupo de buenos actores que le dan vida a esos difíciles personajes. Los pocos elementos privilegian la actuación: un telescopio, 11 mecedoras, un imán, una mariposa amarilla de crepé que revoltea, mochilas y sombreros, que, acompañados de algunos acordes y lamentos vallenatos, logran recrear ese complejo universo que creó García Márquez hace 40 años.
(artigo da revista Cambio.com)
Las mariposas amarillas
'Cien años de soledad' llega por fin a las tablas en un montaje austero y bellamente logrado llamado 'La casa'.
LA HABÍA LEÍDO a los 20 años, años de enamoramiento y ensoñación. Era un ejemplar de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que cayó en sus manos en el momento indicado y que lo puso a soñar en querer ser Pietro Crespi, uno de sus personajes. David Gurji viene de Georgia, uno de los países que conformaban la antigua Unión Soviética. "Sólo al conocer personalmente a los García, a esa inmensa familia, supe que nada de lo que había escrito era inventado. Pude ver con mis propios ojos a las Amarantas, Úrsulas, Aurelianos, Remedios y José Arcadios, todos ellos eran su propio mundo", dice fascinado en un inglés que estira las sílabas y satisfecho de haber podido cumplir su sueño de algún día llevar esa obra a las tablas.
Luego de una carrera de cuatro años en la actuación y cinco como director bajo la tutoría de Mijael Tumanishvili, y entrenado en el teatro clásico de Chejov y las técnicas psicológicas de Stanislavski, Gurji emprendió su camino hacia Londres para introducirse en el campo del teatro ritualista de Grotowski y Artaud. Allí fundó su propio teatro de experimentación, al que llegó de pronto un joven actor que le recomendaron por talentoso. Era Esteban García, sobrino de García Márquez. Solo mucho tiempo después Esteban se enteraría de la fascinación de Gurji por el nobel colombiano.
El reto fue enorme: reconstruir la historia de las mariposas amarillas, el universo ensoñado de José Arcadio Buendía alimentado por los inventos del mago Melquiades, las supersticiones de Pilar Ternera, la memoria familiar de Úrsula y la seducción permanente de Crespi.
Naturalmente, la obra arranca por el comienzo: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo"... Esta sentencia se repite una y otra vez. El coronel (Esteban García), con su camisa teñida tenuemente de sangre, empieza a recordarlo todo y entonces aparece la regresión de la historia familiar. Los inventos, el absurdo, la poesía, la muerte, el amor, la capacidad de soñar de un José Arcadio (Blas Jaramillo) que habla lento y a todos conduce por su particular modo de ver la vida. Una tras otra surgen escenas clave de la obra, como la conversación de mujeres de Úrsula (Laura García) y Pilar (Carmenza Duque), que hablan de la masculinidad enorme de José Arcadio chiquito (José Luis García), la enfermedad del olvido, graciosamente reconstruida por los actores que llenan el espacio con el caos por el que están viviendo, el enamoramiento de Aureliano de la joven Remedios...
Todo está dado para que la fantasía se tome el escenario, porque la historia de ese famoso pueblo llamado Macondo cobre vida gracias a las interpretaciones de un grupo de buenos actores que le dan vida a esos difíciles personajes. Los pocos elementos privilegian la actuación: un telescopio, 11 mecedoras, un imán, una mariposa amarilla de crepé que revoltea, mochilas y sombreros, que, acompañados de algunos acordes y lamentos vallenatos, logran recrear ese complejo universo que creó García Márquez hace 40 años.
segunda-feira, janeiro 04, 2010
Gabo na adolescência
Em "Vivir pra contarla", o escritor lembra que, na adolescência, compôs versos para a rainha do povoado, concurso para o qual sua irmã concorreu. Por seu talento literário, foi chamado para vários eventos, inclusive, para escrever o discurso de um candidato ao Conselho Municipal. Nesta época, García Márquez tinha 14 ou 15 anos.
Em "Vivir pra contarla", o escritor lembra que, na adolescência, compôs versos para a rainha do povoado, concurso para o qual sua irmã concorreu. Por seu talento literário, foi chamado para vários eventos, inclusive, para escrever o discurso de um candidato ao Conselho Municipal. Nesta época, García Márquez tinha 14 ou 15 anos.
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